La villa de las telas de Anne Jacobs
Mi guiño:
Esta novela es de
esas que empiezas y la tienes todo el día en la cabeza. Es como si te
trasladases a vivir a la mansión de los Melzer y a la época de principios de
siglo XX en Alemania. Este es el primero de una trilogía.
En realidad nos
centramos en Marie, una huérfana que no se adapta muy bien a los deferentes
empleos que ha tenido antes. Pero por diferentes circunstancias acaba en la
VILLA DE LAS TELAS, que en la mansión de la familia Melzer. Él es un empresario
, dueño de una fábrica de telas, tiene esposa y tres hijos, dos mujeres y un
chico .
Marie comienza a
trabajar de ayudante de cocina y le mandan los trabajos más desagradables y los
más duros. Pero a Kitty (Katharina) una de las hijas, se encapricha de Marie y
de su talento para la pintura.
Paul el hijo deja
sus estudios de derecho ya que no se siente vocacionado con ellos, su padre
decide que tiene que trabajar en la fábrica, pero empezando desde abajo.
Es la época que
empiezan las revueltas de trabajadores, de movimientos de huelgas y petición de
derechos.
A partir de aquí se
desarrolla las historia de los diferentes personajes del servicio y de los
señores.
Título:
La villa de las telas
Autora:
Anne Jacobs
Páginas:509
Año:2018
Sinopsis:
Augsburgo, 1913. La
joven Marie entra a trabajar en la cocina de la impresionante villa de los
Melzer, una rica familia dedicada a la industria textil. Mientras Marie, una
pobre chica proveniente de un orfanato, lucha por abrirse paso entre los
criados, los Melzer esperan con ansia el comienzo de la nueva temporada
invernal de baile, momento en el que se presentará en sociedad la bella
Katharina. Solo Paul, el heredero, permanece ajeno al bullicio, pues prefiere
su vida de estudiante en Múnich. Hasta que conoce a Marie…
Autora:
Lo que cuenta de
ella.
Nací y me crié en la
hermosa Baja Sajonia, luego el destino me llevó al Taunus, donde me siento muy
cómoda desde hace muchos años.
Llegué a la escritura relativamente tarde.
Primero, estudié música e idiomas, pasé el primer y el segundo examen estatal
como profesor de secundaria, trabajé en una librería, me casé y tuve dos hijos.
Pero en algún momento, la herencia paterna prevaleció (mi padre, Kurt Sellnick,
escribió obras de teatro) y comencé con cuidadosos intentos de escritura.
Primeros poemas y cuentos, novelas posteriores. Hasta el primer lanzamiento,
era una manera larga y espinosa, pero aquellos que están realmente obsesionados
con la escritura no se darán por vencidos. Es por eso que estoy convencida de
que cada manuscrito, incluso si fue escrito para el dibujante, tenía su
significado, porque me trajo un poco más allá.
Mientras tanto, he publicado cerca de veinte
novelas de varias editoriales importantes, trabajando con una agencia literaria
y viviendo de la escritura. Es un trabajo maravilloso que me da mucha libertad,
pero al mismo tiempo exige una gran autodisciplina. Seis a ocho horas al día se
dedican a la escritura, incluso los fines de semana, incluso en días festivos.
Pero después de una novela terminada, me
permito un descanso de una o dos semanas antes de abordar el próximo proyecto.
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