Entre tonos de gris de Ruta Sepetys
Entre tonos de gris de Ruta Sepetys
martes, 28 de agosto de 2018
12:22
Novela entrañable pero muy dura. Lina en una joven de 15 años que un día vienen a llevársela junto con su familia, y ahí empieza su calvario. Una lucha por la supervivencia, suya y de los suyos. En condiciones extremas se conoce de verdad el fondo de las personas. La invasión rusa en Lituania y su crudeza.
Hechos basados en una realidad no tan lejana en el tiempo.
“Me sacaron de casa en camisón”. Así comienza este obra, la primera, de la escritora norteamerica Ruta Sepetys, hija de un refugiado lituano en Estados Unidos. La historia que nos cuenta es la de una chica de quince años, Lina, que aspira a estudiar Bellas Artes al comienzo de curso de 1941. Inesperadamente, el NKVD, la policía secreta soviética de entonces, entra esa noche en casa, llevándose a ella junto a su hermano pequeño y a su madre. Su padre, un profesor universitario muy involucrado en ayudas a lituanos en problemas, esa misma mañana desaparece de la ciudad. El ejercito soviético está repatriando a lituanos que tienen cierta relación con el mundo intelectual, tachándolos de asesinos y prostitutas, y llevándoselos a Siberia, donde sus destinos son los trabajos forzados y un más que incierto regreso a sus hogares algún día.
La historia de la novela transcurre en los primeros 440 días de este destierro forzado. En ella se nos narra, a través de una cercenada familia y sus vecinos, asimismo deportados, los acontecimientos que han sido silenciados durante muchas décadas y que, con esta historia, la escritora pretende denunciar. En 1939, la Unión Soviética invadió los Estados Bálticos, empezando el 14 de junio de 1941 con la deportación de sus habitantes. Stalin y sus seguidores destruyeron bibliotecas y universidades, quemaron iglesias y destruyeron familias llegando a programar un exterminio totalmente calculado de las ciudadanías. Los deportados a Siberia tuvieron que vivir en condiciones infrahumanas y la mayoría de ellos perecieron allí. Sus testimonios escritos en papel o de viva voz fueron pasando a manos de los supervivientes y, la mayoría de las veces, enterrados bajo la nieve esperando que una mano redentora sacara sus vidas a la luz. Parte de la familia de la escritora tuvo que huir a América, traspasando el territorio alemán, mientras que otra parte fue deportada, muriendo la mayoría de ellos cerca del círculo polar ártico.
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